Como cada primer viernes de agosto, ya está aquí una de las mejores efemérides del año: el Día de la cerveza.
Todo comenzó en 2007, en un pequeño bar de Santa Cruz (California) y, poco a poco, se fueron sumando más y más personas a esta fiesta; y no solo por la importancia que tiene esta bebida milenaria en la cultura y el ocio de medio mundo, sino también por la cantidad de efectos beneficiosos que posee su consumo responsable: es un alimento nutritivo y bajo en grasas, previene la aparición del colesterol y de enfermedades renales, rica en antioxidantes y un larguísimo etcétera.
Además, y esto es algo que te va a interesar, es muy fácil de producir. Tanto que vamos a darte una serie de consejos para que puedas elaborar cerveza artesana casera. ¡Toma nota!
Empecemos por la manera más sencilla y con la que puedes conseguir resultados espectaculares en muy poco tiempo y sin experiencia previa.
Necesitarás hacerte con un kit que ya suelen incluir todo lo necesario para la preparación, fermentación y embotellado. Por mucho menos de cien euros podrás fabricar una media de 20 litros de cerveza. ¡De tu propia cerveza!
Siguiendo unas sencillas instrucciones, y añadiendo un preparado de malta, en menos de una hora lo tendrás todo listo para embotellarla una semana después, que es el tiempo que necesitan los ingredientes para cumplir con todo el proceso. Después, a que madure entre tres y cinco semanas más.
Como siempre, la paciencia tiene premio, ya solo te faltará enfriarla y avisar a todos tus familiares y amigos para hacer la cata oficial.
Vale, ya tienes experiencia. Es el momento de dar un paso más. Para eso voy a explicarte un poco cómo seguir la técnica “Todo-grano”.
Hazte con un kit más completo que el anterior (no te preocupes, hay muchas tiendas donde lo tienen todo previsto y que, además, pueden orientarte) que debe incluir olla eléctrica o apta para quemador de gas o inducción, cuba de filtración, pala removedora, serpentín para el enfriado, higienizante, fermentador con trampa de aire y grifo, tubo de trasvase, chapadora, chapas, termómetro, tiras para medir el PH, botellas oscuras y resistentes y la materia prima. Parecen muchas cosas y muy difícil, pero en absoluto lo es. Confía en mí.
Lo interesante de esta técnica es que puedes jugar con las cantidades de malta, cebada y lúpulo e ir puliendo el sabor, color y textura hasta encontrar el resultado que más te guste. Las primeras veces te recomiendo usar alguna receta existente, hay libros y webs que te guiarán, y luego, con la práctica, ir probando cosas nuevas. ¿Quién sabe? ¡Quizás encuentres la nueva variedad que vuelva loco a todo el mundo!
Y no quisiera terminar sin darte algunos consejos muy útiles:
- Apunta todos los pasos que realices y anota el PH, temperaturas y densidades. Esto te ayudará a ir dándole forma a tu receta ideal.
- Prueba la cerveza durante el proceso de fermentación y maduración y escribe los datos de carbonatación, aromas y sabores.
- Cuando ya estés enfriando el mosto, esterilízalo todo. Es un momento sensible y no queremos que nada salga mal.
¡Me despido de ti levantando mi jarra y brindando con una cerveza bien fresquita!