
Hoy quiero hablaros de un asunto que, como padres, estoy seguro que más de una vez habéis tenido que tratar con vuestros hijos: permitir que nuestros hijos tengan mascota. Cierto es que muchos padres optan por la negativa tajante ante tal petición de los más pequeños de la casa, pero tal vez convendría no tomar a la ligera semejante decisión. Vamos a ver por qué.
En primer lugar, cabe destacar que los animales domésticos pueden ser un elemento muy positivo para el desarrollo del niño en los aspectos físico y afectivo. Pero al mismo tiempo debemos poner en una balanza los pros y contras que conllevaría dar este paso para poder tomar una decisión acertada.
Por un lado, los niños que cuidan a sus mascotas aprenden algo fundamental: la importancia del amor, la responsabilidad y el respeto hacia los animales. Si inculcamos a nuestros hijos tales valores y accedemos a la habitual petición por su parte de tener un animalito en casa, conseguiremos que no vean a su mascota como un juguete, sino como a un amigo al que hay que proteger, cuidar y hacer feliz.
En busca de la mascota perfecta
Si finalmente nos decidimos a dar el paso, hay que tener en cuenta varios factores:
Los beneficios de crecer juntos
Está demostrado que los niños que crecen al lado de una mascota desarrollan una mayor seguridad en sí mismos y en las relaciones con los demás. Son niños más sociables y con un nivel mayor de empatía, además de potenciar aspectos de la comunicación no verbal y la intuición. A eso hay que añadir que la relación con otro ser vivo ayuda a los niños a familiarizarse y entender y naturalizar los procesos biológicos del nacimiento y la muerte.
Teniendo todo esto en cuenta, si accedemos a ampliar la familia de este modo, es seguro que terminéis disfrutando de vuestro nuevo amigo más incluso que vuestros hijos. Es la magia de la amistad y el amor.
Y recuerda: por encima de todo, ¡ADOPTA!