Supongo que ya os habréis dado cuenta de que Luz, Clara y yo nos defendemos muy bien en español, sin embargo, esta no es nuestra lengua materna. Nosotras tuvimos la suerte de crecer hablando un único lenguaje universal, entendido y hablado por personas de todo el mundo, tanto de los pequeños pueblos del Kurdistán como de las grandes ciudades del sudeste asiático, pasando por África, América y Europa. Me refiero al lenguaje de la magia. Es por ello que ninguna de nosotras, en cualquiera de los cientos de viajes que hemos hecho, ha encontrado barreras comunicativas, lo cual las tres creemos que es un auténtico lujo.
He de decir que nos sentimos unas privilegiadas por ello, porque sabemos que no todos, de pequeños, han tenido la suerte de aprender una lengua además de la materna. Por eso hemos creído conveniente animaros a aprender un idioma (para que podáis experimentar lo mismo que nosotras) considerando, por un lado, que el español es vuestra lengua materna y, por otro, que ya no sois unos niños.
Así que, a continuación os hablaré muy por encima de los idiomas que, creo, os resultarán más fáciles de aprender.
Empecemos por el español.
El español es una de las lenguas romances y, por ello, está relacionada con la gran mayoría de lenguas habladas en Europa. Estas lenguas romances tienen una característica común y es que forman el grupo de lenguas con mayor inteligibilidad mutua, es decir, que los hablantes de una lengua romance pueden entenderse entre sí sin necesidad de haber estudiado previamente una de esas lenguas. Esto es debido a que comparten una misma estructura gramatical e incluso un mismo vocabulario, por ello su aprendizaje es más rápido y fácil que cuando se trata del aprendizaje de lenguas que nada tienen que ver con la nuestra.
El portugués.
Teniendo en cuenta que el grado de similitud léxica entre el español y el portugués es del 89%, podría decirse que se trata del idioma más fácil de aprender para los hispanoparlantes. Sin embargo, existen diferencias en el vocabulario que son originarias de la influencia árabe que tuvo el español y no así el portugués.
El francés.
Lo bueno del francés es que comparte numerosas formas verbales con el español (tiene una similitud léxica con él del 75%). Lo malo es que su pronunciación es un poco difícil debido, por un lado, a la gran cantidad de sonidos nasales y guturales, y, por otro, a las letras silenciosas que, según su posición en la palabra, pueden llegar a ser mudas.
El italiano.
Para los hispanohablantes el italiano puede resultar sencillo, aunque he de decir que tiene su truco. Las similitudes que presentan el español y el italiano son muchas (tienen una similitud léxica del 82%), como la construcción de las oraciones, la conjugación para cada persona, la raíz de los verbos… Sin embargo cuenta con algunos fonemas y letras dobles que nos pueden resultar un tanto difíciles, así como su tan característica pronunciación y entonación.
El inglés.
Para los hispanohablantes el aprendizaje del inglés resulta relativamente fácil. Su pronunciación no es excesivamente compleja y la conjugación de los verbos, en comparación con la nuestra, es muy sencilla. Piensa que es el idioma más hablado del mundo por personas que no lo hablaban de forma nativa.
Lo mejor del inglés es que es un idioma muy presente en nuestras vidas y, por ello, fácil de aprenderlo. En nuestro día a día es fácil oírlo, ya sea en la radio o la televisión, e incluso leerlo, en anuncios, ropa, etc.
El alemán.
Si te interesa el alemán te alegrará saber que es una lengua con pocas reglas de pronunciación específicas y que, una vez que se aprenden, se repiten una y otra vez. Además, es un idioma bastante lógico, por lo que si le dedicas tiempo y ganas verás que avanzas muy rápido en su aprendizaje.
Sin embargo, no te alegrará tanto saber que la pronunciación y la forma de formar palabras distan bastante de las del español y esto, bueno, cuesta un poco.
Sea cual sea el idioma que decidas aprender, una vez lo consigas verás como tu mente y tu universo se expanden casi por arte de magia.