El Camino de Santiago

El Camino de Santiago es todo un reto físico y mental, porque no estamos acostumbrados a caminar más de 10 kilómetros durante varios días seguidos. Si no estás en forma, ¡no te rindas! Solo tienes que planificarte con dos meses de antelación para empezar a entrenar y prepararte. Lo que importa en los entrenos es acostumbrar al cuerpo para que pueda caminar a un ritmo constante en tiempo sin necesidad de lesionarnos ni cargar mucho nuestros músculos.

Empezamos por paseos cortos por por caminos, a poder ser, sin pendiente y al menos 4 veces por semana y vamos aumentando la distancia de esos paseos y de caminos, llevándonos la mochila que planeamos para el viaje para ir acostumbrándonos a su peso.

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Primero debes decidir cuándo: todos sabemos que el mejor momento para hacer el Camino de Santiago podría ser la primavera (abril y mayo) o a principios de otoño (septiembre y octubre).

Aunque siempre es una buena idea hacerlo en Semana Santa, con menos peregrinos y mejor tiempo.

En segundo lugar, ¿qué zapatos te llevas? El calzado es una de las partes más importantes de nuestro equipo como peregrinos, ya que protegerá nuestros pies, sobre los cuales descansará todo el peso de nuestro cuerpo y mochila durante muchas decenas de kilómetros. Visto de esta manera, es pensar muy bien qué zapatos nos ponemos, por eso «no se puede usar calzado nuevo en el Camino de Santiago». Así que llévate un calzado que ya hayas usado, que se haya adaptado a tu pie, que sea cómodo y de deporte y que no te cause rozaduras.

¿Y qué me llevo?

Lo primero que tienes que tener en cuenta es el peso que podrás cargar, que debe ser alrededor del 10% de nuestro peso, así que depende de tu peso y fisonomía. Así que: coge lo imprescindible, lo esencial y elige una mochila que también se ate a la cintura para que distribuya correctamente el peso en todo el cuerpo y no solo en los hombros. Además, a la hora de hacerla recuerda poner la ropa al final y los objetos que más vayas a usar en los bolsillos laterales.

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Ahora viene la ruta, y es que cuando la planificamos primero tenemos que decidir cuántas etapas hacemos y cuántos kilómetros queremos recorrer. Hay muchas guías del Camino de Santiago, en internet encontrarás muchas variedades de etapas, distancias… Y todas se pueden adaptar a lo que quieras, ya que siempre está la posibilidad de hacer solo un tramo sin llegar a la capital. Lo importante es adaptar la distancia de cada etapa a nuestra condición física y la de aquellos que nos acompaña, escuchando siempre nuestro cuerpo. Una buena idea es comenzar el Camino de Santiago caminando distancias conservadoras, como 15 kilómetros por etapa, para aumentar a un promedio de 20-23 km por día.

Lo mejor del camino es desconectar con lo de fuera para conectarte contigo mismo, así que si sigues estos consejos y lo planificas correctamente te servirá como terapia para uno mismo.

¡Buen camino!