Llegan las vacaciones escolares de verano y para muchos padres, los campamentos solucionan el problema de con quién dejar a los hijos mientras trabajan. Y para los niños representan también otra manera de ocupar su tiempo de ocio estival perfeccionando estudios, aprendiendo y jugando al mismo tiempo. Pero incluso para aquellos progenitores que pueden hacerse cargo de sus retoños, también se convierten en una muy buena opción. ¿Te gustaría saber el por qué son una gran experiencia?
Dos son las razones fundamentales de las que hablan los expertos: aprendizaje y diversión. Hablan también de una experiencia inolvidable a nivel emocional y educacional, que repercutirá seguro y muy positivamente en su crecimiento y desarrollo.
En lo que coinciden todos, educadores, psicólogos, formadores, etc., es que el campamento es el único destino que permite jugar al mismo tiempo que se aprenden y desarrollan habilidades que les servirán para toda la vida.
Habilidades sociales
Porque hay que entrar en un mundo desconocido que obliga a aprender a tratar con personas nuevas. El campamento contribuye a desarrollar habilidades de relación que le sirven al niño para explorar su independencia y mejorar la autoestima. Los papás no están, así que tienen que valerse por ellos mismos y ganar en autoconfianza enfrentándose a situaciones sociales nuevas. Todo es divertido y práctico, orientado a que el proceso de aprendizaje sea significativo.
Inteligencia emocional
Se trata de reconocer, comprender y controlar las emociones en ese entorno nuevo y diferente. El campamento invita de forma lúdica a salir de la zona de confort. Niños y adolescentes aprenden a relacionarse, a empatizar, a aceptar al otro, a ser generosos e interactuar, descubriendo sus limitaciones y las áreas en las que pueden mejorar para conectar mejor. Es un lugar idóneo donde compartir ideas, conocimientos y vivencias con otros amigos.
Autonomía
El tener que adaptarse a una experiencia nueva y el reto de afrontar situaciones por primera vez fomenta el autoaprendizaje, su independencia y autonomía.
Desarrollo físico
Las rutinas y horarios que se establecen en un campamento – el levantarse temprano, las diferentes actividades físicas y ejercicios disfrazados de diversión que se realizan, los horarios fijos para las comidas y la permanencia al aire libre – contribuyen también a una maduración del propio organismo de los chicos. Durante unos días normalizan un estilo de vida más saludable alejado de pantallas y consolas, que les hace sentirse bien y apenas sin darse cuenta.
Aire libre y naturaleza
Incluso en muchos campamentos urbanos existe un componente importante de naturaleza. A través de la experimentación y el contacto con este entorno menos habitual, para muchos de ellos se fomenta el desarrollo más saludable de sus sentidos.
Educación en valores
Con frecuencia se forman vínculos y grupos que ayudan a los niños a aprender a tener voz y espacio propios en los mismos. Liderazgo, trabajo en equipo, solidaridad o compañerismo, se aprenden y afianzan en el campamento de verano.
De inglés, de deporte, de naturaleza, de teatro, urbanos… Si tienes hijos en edad de campamento -con 6 o 7 años es el momento en el que ya se pueden enfrentar a este reto-, una vez que te introduzcas un poco en este tema comprobarás que es fácil elegir el que mejor se adapte a sus necesidades y a las nuestras. Conviene informarse bien, pensar en los gustos y aficiones de cada hijo y ¡a disfrutar!