Dadas las circunstancias actuales de la crisis del COVID-19, todas las medidas preventivas y las políticas de control de la pandemia siguen siendo cruciales y de primera prioridad. Sin embargo, mantenerse activo y en forma para personas de todas las edades también es vital para reducir el riesgo de infecciones. Con los actuales cierres, las personas han visto restringidas sus actividades. El comportamiento sedentario y la inactividad física pueden causar profundos efectos negativos en la salud y el bienestar, así como en la calidad de vida de las personas. Las restricciones también pueden inducir un estrés adicional que desafía la salud mental de las personas. Aunque existen ciertas limitaciones para el ejercicio durante los cierres, los entrenamientos al aire libre pueden llevarse a cabo con seguridad mientras se mantiene el distanciamiento social y se toman otras precauciones apropiadas Por eso, hoy tenemos estos 8 consejos para hacer ejercicio al aire libre que pueden ayudar en gran medida a mantenerse físicamente activo y a reducir el riesgo general de transmisión del COVID-19.
- Deben evitarse las zonas congestionadas.
Se recomienda encarecidamente realizar el ejercicio en zonas aisladas con distanciamiento social, a una distancia mínima de 2 metros. Especialmente en el ejercicio al aire libre, el distanciamiento social debe cumplirse estrictamente, ya que las gotitas contaminadas con virus procedentes de personas infectadas al estornudar o toser podrían propagarse aún más debido a la velocidad y al viento.
- Debe evitarse entablar conversación mientras se realiza el ejercicio o se participa en una clase de ejercicio en grupo. Dado que la saliva o las secreciones nasales pueden estar contaminadas con gotitas víricas, está estrictamente prohibido escupir o sonarse la nariz durante el ejercicio.
- Si se presentan signos o síntomas anormales, como fiebre, tos, secreción nasal y fatiga, se sugiere abstenerse de hacer ejercicio al aire libre y tomar un descanso suficiente. Si el síntoma persiste, se debe buscar asistencia médica inmediatamente.
- La mascarilla, ya sea una de tela o una quirúrgica, debe usarse regularmente al salir en público antes de hacer ejercicio.
5. Durante el ejercicio, es necesaria la auto-observación para controlar cualquier anormalidad física. Dado que el ejercicio vigoroso podría suprimir ciertos aspectos de la función inmunitaria, es preferible realizar únicamente actividades de intensidad moderada. Durante el ejercicio, el uso de una mascarilla puede limitar la ventilación y perjudicar los niveles de oxígeno, causando dificultades respiratorias, por lo que el tipo de mascarilla debe seleccionarse adecuadamente.
- Si el ejercicio se lleva a cabo en zonas aisladas, el uso de mascarilla podría no ser necesario, especialmente en personas no atléticas, ancianos o pacientes con enfermedades subyacentes.
- Si no se puede usar una mascarilla, se puede considerar el uso de un protector facial. Un protector facial de tela debe cubrir completamente la boca y la nariz y permitir una respiración cómoda. Puede ser tan simple como un pañuelo que se anude detrás de la cabeza. Aunque un protector facial de tela puede reducir la dispersión de gotas en caso de estornudo o tos, su eficacia para filtrar las partículas o gotas diminutas es considerablemente limitada, en comparación con la mascarilla quirúrgica. Además, llevar la cara cubierta en todo momento también puede perjudicar la ventilación e inducir problemas respiratorios.
- Además de la práctica social, deben seguirse otras medidas preventivas y recomendaciones higiénicas, por ejemplo, mantener una buena higiene personal, lavarse las manos con frecuencia y evitar tocarse la boca, los ojos, la nariz y la cara.
Los impactos de la pandemia de COVID-19 han provocado rápida y bruscamente cambios masivos en la vida cotidiana de las personas. Se acerca la fase de transición hacia una «nueva normalidad». Mantenerse activo y en forma puede ayudar sustancialmente a minimizar los riesgos de infecciones. No sólo para potenciar la función inmunitaria para actuar contra los virus con mayor eficacia, sino que la actividad física regular también ayuda a aliviar las funciones musculares y a reducir los riesgos de desarrollar enfermedades crónicas, así como a aliviar la tensión mental, mejorando la salud mental en general.