En el mundo existen cientos y cientos de idiomas. Algunos son hablados por millones de personas y otros, sin embargo, solo unos pocos lo comparten. Pero por encima del resto hay un tipo de alfabeto que funciona como idioma para ciertas personas. Un sistema alfabético muy característico y que resulta vital para aquellos que lo usan: el braille.
En nuestro planeta existen más de 37 millones de personas ciegas, siendo casi 70.000 el número en España. Personas que se ven privadas de infinidad de cosas, incluyendo la lectura y el acceso a información que nos alerta de lo que pasa alrededor. Gracias al sistema braille, los invidentes pueden acceder a través del tacto a los que sus ojos le niegan.
El sistema braille utiliza una serie de puntos en relieve que se interpretan como letras del alfabeto y es utilizado por las personas invidentes. La existencia del braille, les abre todo un mundo a quienes poseen serias discapacidades visuales y, por si fuera poco, la tecnología ha integrado el braille a los aparatos electrónicos que utilizamos hoy en día.
El origen del sistema braille
Era el año 1825, cuando Louis Braille, un francés ciego tras un accidente en su niñez, se interesó en un sistema utilizado en unidades militares y que transmitía instrucciones mediante un código táctil a descifrar basado en puntos en relieve, con la idea de esconderlas del enemigo. 13 años más tarde, Louis Braille se dedicó a simplificarlo, adaptándolo a las capacidades y necesidades de las personas ciegas, que lo utilizan no sólo para leer, sino también para escribir y realizarse en diferentes áreas del conocimiento.
El sistema braille se basa en seis puntos que se distribuyen de diferentes formas, cayendo dentro de lo que se considera un sistema binario. No se trata de un idioma, sino de un alfabeto reconocido de forma internacional, capaz de exponer letras, números y hasta signos, lo que le hace realmente completo.
En total, existen 256 caracteres en braille, muchos de los cuales deben su significado al que le antecede o sigue. Incluso existe una traducción de las notas musicales al braille.
Cada carácter está basado en seis puntos que se ordenan en dos hileras paralelas de tres. Según lo que quiera representar, ciertos puntos están en relieve y, al tocarlos, quien sabe interpretar braille detecta a qué letra, número o signo corresponde.
Si bien el braille es un alfabeto universal, existen pequeñas variaciones en cada idioma añadiendo letras o reemplazándolas por otras, propias de cierta lengua. Alfabetos como el japonés y chino, combinan sonidos en caracteres braille, ya que de por sí se basan en símbolos.
Mayor accesibilidad
La masificación del braille es tal que hoy podemos encontrar esta escritura no solo en textos creados para gente invidente, sino también en billetes o ascensores. Las personas ciegas disponen de computadoras con teclados en braille, teléfonos móviles e impresoras, que transforman un texto a dicho alfabeto.
La enseñanza del braille comienza desde muy temprana edad entre quienes nacieron ciegos y, los que se volvieron invidentes ya mayores, son capaces de aprenderlo rápidamente, siendo quizá la puerta de comunicación más importante, reemplazando el sentido de la vista con el del tacto de forma inteligente y ordenada.
Podemos finalizar afirmando que a pesar de ser un sistema alfabético, el braille es un idioma universal y que aunque no sea utilizado por tantas personas como el castellano o el inglés, es igual de útil e incluso más importante para aquellos que lo hablan. Siendo por tanto uno de los mejores idiomas del mundo.