Los artistas «malditos» que cambiaron la poesía para siempre

En el día de la poesía, os voy a hablar de uno de los grupos de poetas más misteriosos e influyentes de la historia: los Poetas Malditos. Vamos a descubrir quiénes fueron, cómo surgieron y por qué se llaman así.

Se suele nombrar con el título de Poetas Malditos a una generación de artistas franceses que impulsaron una de las mayores revoluciones estilísticas conocidas hasta la fecha. Todo empezó en 1884, cuando el poeta Paul Verlaine publicó un libro titulado Los poetas malditos,  en el que hablaba de seis poetas franceses que habían sido despreciados por una sociedad que era incapaz de entenderlos. En la obra se hablaba de Corbière, Rimbaud, Mallarmé, Desbordes-Valmore y Villiers de L’Isle-Adam.

Fue Verlaine el que los agrupó bajo esa categoría, pero el origen del título de «poeta maldito” fue tomado del poema Bendición de Charles Baudelaire que inicia su obra Las flores del mal.  Esta categorización de los poetas hacía referencia al hecho de que su genio también albergó la maldición que los condujo al desprecio social. El propio Verlaine se sabía “maldito”: alcohólico, violento, abusador y con sífilis.

Eso sí, la poesía de estos autores era increíblemente poderosa, cargada de belleza, con un aire gótico y altamente destructivo. Se trataba de algo a años luz del romanticismo imperante en la época, lo que solo les trajo mala fama e incomprensión en vida. Aun así, su estilo poético no era lo único que se criticaba. Su estilo de vida, además les aseguraba la exclusión en una sociedad puritana y clasista. Esto les llevó a perderse aún más en la drogadicción, el juego y la mala vida, por lo que acabaron conociendo en primera persona la enfermedad y el abandono.

Es cierto que los autores que Verlaine incluyó en su obra eran seis, pero nosotros nos vamos a centrar en cuatro nombres que marcaron un antes y un después, y que llevan mejor que nadie el título de Poetas Malditos.

Paul-Marie Verlaine | 30 de marzo de 1844 – 8 de enero de 1896

Vamos a empezar por Verlaine, el poeta que le dio un halo de misterio a esta corriente y que contribuyó a la nueva poesía francesa, desarrollando su obra dentro del movimiento simbolista y decadentista.

Llevó una vida turbia, llena de experiencias difíciles y mucho más que desagradables. Destaca especialmente la tumultuosa relación sentimental que mantuvo con Rimbaud, relación que le llevó a disparar dos veces a su compañero en la muñeca, durante un viaje a Bruselas. Esto acabaría por afectar al poeta ya que poco después, un juez dictaminó su encierro en la cárcel.

Tanto le afectó su entrada en prisión que dio inicio a un cambio radical en el que perdería a su mujer y se acabaría convirtiendo al catolicismo estando aún entre rejas.

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Jean Nicolas Arthur Rimbaud | 20 de octubre de 1854 – 10 de noviembre de 1891

Excelente poeta de una precocidad pasmosa, su genio cambió la poesía para siempre e inspiró tanto a sus compañeros como a muchas generaciones posteriores. Tras una infancia aprendiendo las buenas maneras de la literatura tradicional, abandonó su acomodado hogar para viajar por Europa y África. Estas experiencias fueron su máxima inspiración para concebir la poesía que cambiaría el futuro.

Rimbaud tenía una visión radical sobre lo que debía ser un poeta. Para él, un artista debía desafiar sus propios sentidos y llevarlos al límite embriagándolos, era la única manera de crear obras de gran impacto sensorial.

Eso sí, como todos sus compañeros, su obra no fue apreciada en su totalidad hasta que murió, pero unos años más tarde su genio sería ensalzado al olimpo de los poetas.

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Charles Pierre Baudelaire | 9 de abril de 1821 – 31 de agosto de 1867

Charles Baudelaire fue ensayista, crítico de arte y traductor, pero su verdadera pasión era la poesía. Vivió una vida llena de excesos, codeándose con círculos bohemios y artísticos durante toda su carrera.

Aficionado a las sustancias alucinógenas para evadirse de la realidad y buscar inspiración, dedicaría una obra completa a los “paraísos artificiales”. Destacando especialmente el uso del opio para la fantasía y la creación artística.

Su obra supuso una revolución en la corriente simbolista francesa, y sus escritos promovieron un nuevo paradigma que desembocó en un nuevo modo de hacer poesía. Fue el creador del concepto “modernidad” como sinónimo de la decadencia social en los entornos metropolitanos y urbanos de su época.

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Stéphane Mallarmé | 18 de marzo de 1842 – 9 de septiembre de 1898

Con un perfil similar al de Baudelaire, desarrolló gran parte de su obra dentro de la crítica literaria. Aun así, su poesía supuso la culminación de este estilo artístico, influenciado enormemente por los conceptos y visión impulsados por Baudelaire.

Sin embargo, tardó poco tiempo en crecer más allá de sus influencias, creando obras más cargadas de detalle y libertad, sin perder el malditismo que los definía.

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Maledetti scapigliati

Pese a ser los poetas franceses los principales portadores de la etiqueta de “malditos”, no serían los únicos que seguirían una vida de autodestrucción por y para el arte. Dentro de sus discípulos cabe destacar especialmente un pequeño grupo de bohemios italianos que intentaron seguir su camino.

Los llamados scapigliati, eran un grupo de bohemios aburguesados que renegaban de su propia clase social, sumergiéndose en el abuso del alcohol. Esto llevó en muchos casos a una falta de perspectivas que impulsó a muchos de ellos a quitarse la vida.

Vidas y obras malditas, genios que revolucionaron su tiempo y calaron muy hondo en las generaciones posteriores. En definitiva, creadores de un nuevo arte provocador y alejado de las convenciones sociales. ¡Os recomiendo conocer sus obras!

 

El Día del Libro

Como ya sabéis el 23 de abril se celebra el día del libro en nuestro país pero, ¿sabéis realmente por qué se celebra ese día? Pues resulta que se trata de la fecha que conmemora la muerte de William Shakespeare y Miguel de Cervantes en 1616. Sin embargo, se ha sabido después de las investigaciones que, las defunciones no sucedieron el mismo día, pues existía un desfase entre los calendarios inglés y español. En el post de esta semana os explicamos cuál es la verdad que hay detrás de ambos y las obras que nos dejaron.

Siempre se ha sostenido que tanto Cervantes como Shakespeare murieron el 23 de abril de 1616, pero la fecha no es del todo cierta. Y es que no se trata de una confusión de fechas, sino de una simple cuestión de calendarios y de costumbres.

Cervantes falleció en Madrid el día 22 pero su muerte se consignó al día siguiente en los registros de San Sebastián, su parroquia, pues en la época se registraba la fecha del entierro. De ahí que pasara a la historia como fecha de fallecimiento el día 23. Mientras que en el caso de William, la diferencia es aún mayor, y es que aquí entran en juego los diferentes calendarios usados a lo largo de la historia.

En 1616 una buena parte de los países europeos ya había adoptado el calendario gregoriano, por el cual nos regimos en la actualidad, pero en Inglaterra aún se usaba el juliano. Esto significa que, Shakespeare murió un 23 de abril de 1616 en Inglaterra, pero la fecha real sería el 3 de mayo.

También se dice que ambos llegaron a coincidir en más de una ocasión y que incluso se conocían. Pero lo cierto es que, Cervantes ni siquiera oyó hablar del genio de Stratford-upon-Avon y puede que Shakespeare ni siquiera leyera El Quijote en su totalidad.

Lo que sí parece seguro es que Shakespeare leyó la primera parte de El Quijote, lo que le llevó a escribir -junto a John Fletcher- una obra que retoma el personaje de Cardenio, que aparece en un episodio de la principal obra de Cervantes.

ESTILOS Y OBRAS

Pero por encima de todo, lo verdaderamente importante es la coincidencia en los estilos y contenidos de sus obras.

Hay similitudes entre don Quijote y Hamlet o el rey Lear, entre Sancho y Falstaff, y es que incluso los dos fueron pioneros en una novedosa mezcla de géneros. Sin embargo, esas similitudes de estilo se debieron probablemente al simple motivo de que los dos escritores coincidieron en una época y tuvieron influencias culturales parecidas, además de las mismas lecturas, lo que les llevó a escribir obras literarias de gran similitud.

Pero además de las obras más famosas, a continuación os dejamos una lista de algunas obras que no podéis dejar pasar de cada uno.

WILLIAM SHAKESPEARE

La comedia de las equivocaciones

Un matrimonio con dos pares de gemelos y la comedia está servida. Egeon y Emilia tienen dos hijos, ambos llamados Antífolo y ambos completamente iguales. Otros dos gemelos idénticos, ambos llamados Dromio, cuidarán y servirán a los primeros. Un naufragio separa a la familia. Egeon acaba en Siracusa con Antífolo y Dromio y Emilia en Éfeso con Antifolo y Dromio. El lío comienza cuando todos se encuentran en Éfeso y ni siquiera ellos mismos saben reconocerse.

Mucho ruido y pocas nueces

Se trata de una obra teatral en forma de comedia romántica escrita a finales del siglo XVI. Mucho ruido y pocas nueces es una muy divertida comedia shakespeariana. Un libro en el que podrás conocer las historias de amor y enredo de Hero y Claudio y Benedicto y Beatriz.

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A buen fin no hay mal tiempo

A buen fin no hay mal tiempo o bien está lo que bien acaba es una comedia en prosa y verso. En estas líneas se narra la historia de Giletta de Narbona, la hija de un famoso médico que viaja hasta París para curar una fístula al rey Carlos V de Francia. Éste muy agradecido, permite a la doctora que escoja marido. Ella elige a Beltrán del Rosellón. A partir de aquí, el joven conde realizará una serie de traiciones, engaños y triquiñuelas para librarse del matrimonio.

La tempestad

La tempestad, una de sus últimas creaciones, y muchos dirían que incluso se trata de su gran obra maestra. Un libro dramático, con toques cómicos y muy personal. La historia cuenta el momento en el que Antonio arrebata el puesto y envía a la mar a su hermano Próspero y su sobrina Miranda. Ambos acaban viviendo en lo que parece una isla desierta. La magia y los hechizos permitirán que los hermanos se vuelvan a encontrar cuando el barco en el que viaja Antonio, junto al Rey de Nápoles y su hijo Fernando, naufraga.

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MIGUEL DE CERVANTES

La Galatea

Publicada en 1585, se ubica dentro de lo que se conoce la novela pastoril por incluir entre sus protagonistas a pastores. La trama se sitúa en algún lugar cercano al Tajo y contiene muchas de las ideas que Cervantes tenía sobre el amor. Los dos personajes principales son Elicio y Erastro, dos pastores enamorados de Galatea, una joven que encarna las virtudes tradicionales de los personajes femeninos del autor: honestidad e idealismo. Los dos hombres se pelean por el amor de Galatea, que se resiste y hará sufrir a los dos hombres.

La Gitanilla

Es, sin duda, la gran obra teatral de Miguel de Cervantes, un género en el que el autor hizo bastantes menos incursiones que en la novela. Conocida también como ´Numancia´, se calcula que fue escrita hacia 1585 y está basada en las guerras celtíberas del siglo II antes de Cristo.  Un relato que adopta la forma de la tragedia clásica, con los habitantes de Numancia ofreciendo su propio sacrificio antes de caer bajo el dominio del Imperio. Uno de los mejores ejemplos del teatro español del siglo XVI.

El celoso extremeño

Los celos son los que definen la temática de ´El celoso extremeño´, también incluida en las ´Novelas ejemplares´. Cervantes describe los terribles celos que dominan a un indiano que decide encerrar a su mujer para evitar que tome contacto con todo hombre. Sin embargo, al asignarle un esclavo negro como vigilante de su esposa, el indiano siembra su camino hacia su propia humillación.

El Celoso Extremeño

Los trabajos de Persiles y Sigismunda

Se trata de la última obra de Cervantes y un ejemplo del subgénero de la novela bizantina. Un antecesor de las novelas de aventuras y que de nuevo ejemplifica la pasión de Cervantes por la prosa de la Grecia clásica. Sin embargo, en esta obra se aleja del rasgo realista de otras novelas y conduce una trama cuyo argumento contiene elementos que, siglos después, podrían reunir similitudes con el realismo mágico del ´boom´ latinoamericano.

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