Si lo que más te apetece es celebrar la gran fiesta de la cerveza por todo lo alto en España, también puedes.
Septiembre y octubre reúnen cada año en la ciudad bávara de Munich entre 6 y 7 millones de personas sedientas de buena cerveza, mejores salchichas y disfrutando a todas horas de la música y el folclore popular. Es el Oktoberfest. Y tiene el nombre de octubre, pero se suele celebrar en septiembre.
La fiesta o festival popular más conocido de Alemania, que nació con motivo de festejar el matrimonio entre el Príncipe Luis I de Baviera y Teresa de Sajonia y Hildburghausen en el año 1810. Lo que hicieron en un espacio abierto que hoy se conoce como el “Prado de Teresa”, en alemán Theresienwiese.
En la actualidad, cuando el alcalde de la ciudad da por inaugurada la fiesta al grito de “O ‘zapft is!”, que significa “Ya está abierto” (refiriéndose al primer barril de cerveza) y se disparan 12 salvas de cañón, empieza a correr tan refrescante líquido.
Pero no vale cualquier cerveza. El reglamento del Oktoberfest es rígido. Establece que solo se permite servir cerveza producida en las cervecerías de Munich. La Oktoberfestbier® (cerveza del Oktoberfest) es, por tanto, una marca registrada. Y el titular de esta denominación es la asociación de cervecerías muniquesas. En este sentido, las 6 cervecerías que reúnen los requisitos para ser Oktoberfestbier® son: Augustiner-Bräu (1328), Hacker-Pschorr-Bräu (1417), Löwenbräu (1524), Paulaner-Braü (1634), Spatenbraü (1397) y Saatliches Hofbraü München (1589).
Y por supuesto, todas ellas cumplen con el Edicto de la Pureza o Reinheitsgebot. Decretado el 23 de abril de 1516 por Guillermo IV de Baviera, establecía que la cerveza solo debía elaborarse a partir de tres ingredientes: agua, cebada malteada y lúpulo.
Si eres amante de los números, te puedo contar tres curiosidades: cada año se consumen más de 7 millones de litros de cerveza, más de 470.000 salchichas y la jarra en la que tradicionalmente sirven la cerveza se llama maßkrug o sencillamente maß: es una muy robusta de vidrio grueso con hoyuelos y una asa bien grandota, perfecta para chocarla en el brindis. Pesa más de un kilo vacía y tiene un litro de capacidad, lo que hace de ella un mastodonte de 2 kilos cuando rebosa cerveza.
Bueno, pero volvamos al principio del post y regresemos a esos lugares donde hay más tradición de celebrar el Oktoberfest y por todo lo alto en nuestro país.
Calella
Los primeros, por ser de los primeros en importar esta fiesta aquí. Entre el 28 de septiembre y el 13 de octubre. Tiene la particularidad de que la fiesta se celebra en plena playa y acuden más de 2.800 músicos de toda Europa.
Calpe
La ciudad pionera. El lugar donde la fiesta arraigó más desde el principio, en 1988. Un Oktoberfest también al borde de la playa, auténtica fusión de estilos, culturas y gastronomía.
Madrid
El evento cervecero más importante de Madrid, que este año celebrará su sexta edición. Del 24 al 26 de octubre, más de 20 horas de auténtica fiesta alemana en el WeZink Center y que asegura cada año la asistencia de más de 100.000 personas que disfrutan de música en vivo y de la mejor cerveza y gastronomía alemanas.
Barcelona
Del 3 al 13 de octubre, en la Plaza Universo de Fira Barcelona Montjuïc. Organizada al más puro estilo alemán, con lo mejor de la gastronomía bávara, música en vivo y un ambiente sorprendente.
Zaragoza
En esta ciudad se da la circunstancia de que suele coincidir en fechas con las Fiestas del Pilar, por lo que su éxito siempre está asegurado. Aquí puedes encontrar dos celebraciones diferentes: la Fiesta de la Cerveza OktoberfestOle! en Valdespartera y la Fiesta de la Cerveza Oktoberfest en el Parque de Atracciones Zaragoza.
Hoy en día se calcula que alrededor del mundo, conocidos, se celebran unos 3.000 Oktoberfest. EE. UU, Japón, Canadá, Brasil, Australia, Rusia e incluso en China. Es una celebración que tiene miles de seguidores dispuestos a encontrar un lugar idóneo donde compartir una buena cerveza.
Elijas la ciudad que elijas, seguro que en cualquiera de ellas lo pasarás fenomenal.
Así que choquemos nuestras jarras y… ¡prost!