Por una Sudáfrica libre

“La muerte es algo inevitable. Cuando un hombre ha hecho lo que él considera como su deber para con su pueblo y su país, puede descansar en paz. Creo que he hecho ese esfuerzo y que, por lo tanto, dormiré por toda la eternidad»

Esta es una de las muchas frases de Nelson Mandela que pasarán a la Historia. Y no es para menos, ya que hablamos de una de las figuras más importantes en la lucha por la igualdad racial.

Seguro que casi todos habéis oído alguna vez hablar sobre Mandela, incluso muchos seguro que sabéis lo que consiguió a lo largo de su vida. Pero para los que todavía no sabéis de quién se trata, queremos dedicar el post de hoy a la persona que luchó por el bien, la libertad y la igualdad de todo ser humano.

Fue la coherencia de Mandela, la que le convirtió en una leyenda política ya en vida. Otros, como el Che Guevara, Gandhi o Martin Luther King, fueron también admirados por llevar sus ideales hasta las últimas consecuencias, pero sus asesinatos contribuyeron al mito, dejando la duda de si hubiesen sucumbido al poder. En el caso de Mandela no hubo espacio para la sospecha. Y es que luchó, gobernó y se mantuvo fiel a sus creencias.

“Madiba” (abuelo venerable) como le llamaban sus cercanos, estudió Derecho y pronto se metió en política para combatir las prácticas xenófobas del Apartheid (Segregación racial, especialmente la establecida en la República de Sudáfrica por la minoría blanca). Mandela era negro en un país dominado por blancos que practicaban la exclusión racial. Y él no estaba dispuesto a aceptarlo.

Tras unirse al CNA (Congreso Nacional Africano) en 1942, fue acusado de alta traición. El régimen de Sudáfrica consideraba a ‘Madiba’ un terrorista y le tuvo cerca de tres décadas entre rejas. Cuenta la leyenda que fue el poema ‘Invictus’, de William Ernest Henley, el que lo mantenía con fuerzas, y el que durante su estancia se convirtió en su mantra.

«Más allá de la noche que me cubre
negra como el abismo insondable
doy gracias a los dioses que pudieran existir
por mi alma invicta».

Tras muchos años entre rejas, la comunidad internacional orquestó una campaña en su apoyo que vería resultados el 11 de febrero de 1990. Tras 27 años en prisión Mandela salió en libertad. En su primera intervención ante la prensa apostó por una solución que no menoscabase los derechos de los blancos, dejando así a un lado cualquier atisbo de rencor. Así fue como tomó las riendas de la transición del país en 1994 pasando de ‘peligroso opositor’ a presidente.
Una vez en el poder, mantuvo la coherencia. No se aferró al sillón. Se retiró cuando llegó el momento y siguió luchando por causas nobles, como la pobreza en África o el sida. Trabajó además como mediador en los conflictos de Angola, Burundi y República Democrática del Congo y recibió un sinfín de homenajes como el Premio Nobel de la Paz.
Su figura ha sido venerada por millones de personas. En vida, y tras su muerte.

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Como bien dijiste antes de irte, donde quiera que estés duerme por toda la eternidad.

Fotos | El Venezolano News, Minhvi