¿Dale al play?

Seguro que muchas veces habéis escuchado esta expresión. Y es que bien en Spotify o en cualquiera de nuestros dispositivos, si queremos que la música empiece a sonar, es necesario dar a este botón. Pero no siempre fue así. Hace muchos años, quizá a alguno de vosotros ni siquiera os resulte familiar, para poder escuchar música, lo que hacía falta era un CD negro de grandes dimensiones y una aguja que pinchase encima de este.

Esta semana hablaremos sobre el vinilo. Ese gran olvidado de la música que tantas y tantas canciones y buenas melodías nos dejó. Y que todavía, a día de hoy, muchos nos empeñamos en rescatar y coleccionar.

Rondaba el año 1881 cuando Thomas Edison creó una máquina que era capaz de transformar la energía acústica en mecánica, hoy conocido como fonógrafo. Los sonidos que salían, se grababan en un cilindro de cera, y para escucharlos tan solo era necesaria una aguja, que, unida a un audífono, recorría unos surcos, los cuales recogían las vibraciones que allí había escritas. El sonido no era muy bueno y, además, cada grabación podía tocarse solo una vez.

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Pasaron unos cuantos años, y entonces, a la edad de 25 años, Emile Berliner inventó un sistema de grabación nuevo. Este podía ser usado en varias ocasiones y además se podían hacer muchas copias de la grabación original, y a un coste muy asequible. Lo que hizo fue cambiar el cilindro por un disco plano, primero de vidrio, luego de zinc y más tarde de plástico. Gracias a estas innovaciones, los sonidos pasaron a grabarse sobre ranuras onduladas y empezaron a ser leídos e interpretados por una aguja, que reproducía entonces los sonidos originales. Fue entonces cuando Berliner patentó su invento, el gramófono.

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La mañana del 21 de junio de 1948, un equipo de la empresa CBS, con el ingeniero Peter Golmark a la cabeza, presentó al mundo un disco de larga duración fabricado en una resina de polivinilo. Fue así como apareció el disco de vinilo que conocemos hoy en día, a 33 1/3 rpm, mejorando los sistemas anteriores.

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Estos cambios supusieron varias ventajas:

-La duración en la grabación aumentaba. Se pasó de los 4-5 minutos hasta los 45 minutos.

-El sonido era ahora en estéreo (hasta entonces todas las grabaciones eran en mono)

-La calidad del sonido mejoraba considerablemente

En 1985 el vinilo sufrió su primera crisis. Y es que el disco tomó el lugar de este y poco a poco fue desplazándolo. El CD era de menor tamaño y de mayor durabilidad. Y, a pesar de que perdía calidad sonora, la crisis del vinilo comenzaba inexorablemente.

Con el paso de los años todas las discográficas comenzaron a editar en CD y dejar de lado el vinilo. Pero el final definitivo todavía no había llegado, ya que las compañías independientes seguían editando en vinilo. Gran culpa de ello, lo tuvieron los famosos disck jockeys, que se resistían al cambio al CD.  Y es que el sonido que se conseguía no tenía la misma calidez y, sobre todo, estos no permitían el famoso scratch.

¿De qué está hecho el vinilo?

Pues, aunque os pueda parecer increíble, el vinilo puede estar hecho de casi cualquier material que os podáis imaginar. Y es que, a día de hoy, gracias, sobre todo, a la tecnología láser, se puede imprimir música sobre placas de madera, acrílico, papel, o hasta cajas de pizza.

De hecho, hace unos años, el sello Rapture Records experimentó con una tortilla de maíz, demostrando que es posible grabar y reproducir música en casi cualquier cosa.

Pero para superficies insólitas, el disco de hielo que inventó la banda sueca Shout Out Louds para promocionar su álbum Blue Ice. O incluso el famoso disco de oro que fue enviado al espacio en la sonda Voyager y que incluye saludos hechos en más de 50 idiomas, música, sonidos de la tierra y un sonido que reproduce las ondas cerebrales de la escritora estadounidense Ann Druyan.

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Como veis el vinilo se niega a morir. Y todo por el amor que los melómanos sentimos por este formato. Y por lo que parece cada vez somos más. Ya que, en los últimos años, ha crecido tanto el interés por recuperarlos, que las grandes discográficas están relanzando álbumes en este formato.

Por lo que podríamos decir que los vinilos atraviesan su segunda juventud. De hecho, si paseáis por alguna de las grandes superficies comerciales, seguro que encontráis más de un expositor repleto de vinilos.

Para finalizar, debemos aceptar que el vinilo no es un formato de consumo masivo, y que incluso probablemente su mercado jamás volverá a ser lo que fue, pero también lo es que ha recuperado el suficiente tirón como para revivir una industria que parecía condenada al olvido. Y es que mientras los melómanos luchemos, darle al play no será la única manera de escuchar buena música.